El descubrimiento de un campo de exterminio en el Rancho Izaguirre, en Teuchitlán, Jalisco, ha revelado impactantes testimonios y pruebas que podrían estar relacionadas con personas desaparecidas. Entre ellas, el caso de Merari Noemí García, una joven madre de 19 años desaparecida en mayo de 2024.
El colectivo Guerreros Buscadores de Jalisco, que localizó el sitio, halló ropa, calzado y artículos personales que han sido clave en la búsqueda de víctimas. Entre los objetos recuperados, se encontraron una biblia, una maleta y un par de tenis, los cuales fueron reconocidos por la familia de Merari como suyos.
Testimonios de horror y explotación
Una sobreviviente, cuyo testimonio fue presentado por la líder del colectivo, Indira Navarro, narró que llegó al rancho mediante un engaño. Le ofrecieron un trabajo agrícola, pero al llegar descubrió que no podía escapar.
Durante tres años y medio, permaneció dentro de la organización criminal que operaba en el lugar, donde presenció torturas, privaciones de comida y castigos inhumanos. Según su relato, el rancho funcionaba también como centro de reclutamiento, donde algunos llegaban por voluntad y otros eran retenidos contra su deseo.
La testigo aseguró que el rancho operaba con estructuras clandestinas para deshacerse de cuerpos. “Cuando decían ‘vamos a echar a esta gente a los leones’, se referían a los hornos”, explicó. Además, señaló que los restos de algunas víctimas fueron molidos y desechados por el drenaje.
Investigación y búsqueda de justicia
Los familiares de Merari han notificado a la Fiscalía de Jalisco sobre los artículos hallados en el rancho, pero las autoridades advirtieron que el proceso para verificar la identidad de los restos podría tomar meses. “Lo más seguro es que no se pueda extraer ADN de los huesos hallados, ya que fueron calcinados a altas temperaturas”, señalaron.
El caso ha generado indignación y exige mayor acción de las autoridades en la búsqueda de personas desaparecidas en Jalisco.