El Ranking Mitofsky de Octubre no celebra liderazgos; advierte mediocridad y fragilidad. La aprobación sub-50% generalizada —y el caso integral de Guanajuato— describen una crisis de legitimidad. Sin mejoras reales en seguridad y servicios, cualquier repunte será espejismo de imagen. Con resultados medibles y comunicación basada en evidencia, algunos gobiernos aún pueden convertir percepción en confianza antes de la siguiente vuelta electoral.
Este Ranking Mitofsky no es, como algunos intentan presentarlo, un cuadro de honor ni un mapa de liderazgo territorial. Es todo lo contrario: es un diagnóstico despiadado del desgaste municipal, una radiografía que revela que la mitad de los alcaldes del país gobierna con menos del 50% de aprobación, es decir, sin un respaldo social sólido para sustentar sus decisiones.
La tabla, tan simple como brutal, exhibe lo que la clase política lleva años evadiendo: la legitimidad local está fracturada. La aprobación ciudadana se ha convertido en una moneda frágil, volátil y cada vez más desconectada del desempeño real.
Percepción arriba, desempeño abajo
Mitofsky vuelve a confirmar que la aprobación es un indicador de percepción, no de resultados. La gran mayoría de los alcaldes mejor posicionados provienen de contextos turísticos o económicos favorables —Benito Juárez (59.1%), Hermosillo (58.9%), Nuevo Laredo (58.0%)— donde el dinamismo natural del territorio empuja la percepción positiva, aunque la gestión no siempre esté a la altura del crecimiento.
Mientras tanto, ciudades sumergidas en crisis estructurales —violencia, falta de recaudación, rezago urbano— cargan con la culpa estadística, aunque sus alcaldes, en muchos casos, operen contra condiciones mucho más adversas. No es lo mismo gobernar Cancún que Matamoros.
Sin distinguir esas asimetrías, cualquier ranking se vuelve superficial. Pero lo relevante aquí no es quién está arriba, sino quién se está cayendo, y por qué.
Guanajuato: el laboratorio de la desaprobación
Pocos estados reflejan con tanta claridad este colapso local como Guanajuato.
Los seis alcaldes evaluados están por debajo del 50%, y varios de ellos muy cerca del abismo:
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San Miguel de Allende | Mauricio Trejo – 48.6% (Pos. 83)
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León | Alejandra Gutiérrez – 45.8% (Pos. 101)
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Celaya | Juan Miguel Ramírez – 44.6% (Pos. 110)
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Salamanca | César Prieto – 41.8% (Pos. 123)
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Irapuato | Lorena Alfaro – 39.6% (Pos. 129)
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Guanajuato Capital | Samantha Smith – 31.1% (Pos. 142)
Seis municipios, seis administraciones en números rojos. Noes una estadística: es una señal de alarma.
Una aprobación del 31.1% en la capital no es baja: es un colapso de legitimidad.
Un 39.6% en Irapuato tampoco es una cifra incómoda: es una revocación social silenciosa.
Un 44.6% en Celaya no es regular: es un talón de Aquiles electoral a la vista de todos.
La zona media: donde comienza la irrelevancia
El grueso de los alcaldes del país —entre 45% y 50%— vive en la llamada zona media, ese espacio donde la gestión es gris, tibia, insuficiente para generar cambios reales. No es un fracaso absoluto, pero tampoco un liderazgo.
Es, simplemente, administrar inercias.
La zona media no premia soluciones: premia sobrevivencia.
Celaya y el caso de la contradicción permanente
El caso de Celaya ilustra la brecha entre discurso y percepción. El alcalde Juan Miguel Ramírez niega aumentos en los delitos, mientras la ciudadanía vive otra realidad. La negación oficial erosiona la credibilidad: es imposible mejorar la percepción cuando la narrativa choca con la experiencia cotidiana.
Para los celayenses, premios, encuestas a modo y discursos grandilocuentes solo profundizan la desconfianza. No son reconocimientos: son ruido.
Los últimos lugares: el país de la gobernabilidad rota
Municipios como Córdoba (21.4%), Ramos Arizpe (28.4%), Zitácuaro (28.3%) o Chiautempan (21.1%) son evidencia de algo más profundo:
no es que la población esté “insatisfecha”; es que se siente abandonada, defraudada y no representada.
En esos porcentajes no hay comunicación fallida: hay colapso gubernamental.
Un ultimátum a la clase política municipal
Mitofsky no mide quién gobierna mejor: mide quién está perdiendo a su gente.
Ese es el mensaje de fondo.
La fiebre de la desaprobación no se combate con marketing, festivales o conferencias de prensa; solo se revierte con seguridad, servicios públicos, resultados verificables y transparencia real.
Los alcaldes que no entiendan la diferencia entre percepción y desempeño pagarán el precio en las urnas.
Y lo pagarán pronto.





Análisis completo en: https://www.mitofsky.mx/post/ranking-de-presidentes-municipales-octubre-de-2025












